Desde que empezamos M de Maní, Caty y yo pensamos que estaría padre documentar o bloggear nuestro proceso y los aprendizajes que vamos sumando cada día… luego sentimos que a lo mejor sólo para nosotras estaría interesante y lo dejamos morir.
Ahorita, casi siete años después, lamento no haberlo hecho. Me hubiera gustado tener como un querido diario de micro-emprendimiento. No time like the present, así que hoy empieza. Lo bautizamos: Crónicas qué contar. Bienvenides 😊
Hoy nos encontramos esta foto y la quiero tomar de inspiración para contarles un poquito de cómo nació M de Maní.
Nació de no encontrar algo que buscaba.
Crecimos con la crema de cacahuate americana; es un producto mantecoso, con azúcar y grasas hidrogenadas, muy poco saludable, casi un dulce. Recuerdo un bote que duró años en la despensa sin que nadie le hiciera caso. La versión saludable y sin mugrero no existía.
En ese momento, Caty estaba entrenando para correr maratones y tenía que cuidar mucho su alimentación. Yo estaba intentando la dieta vegana y quería una fuente de proteína y grasas buenas para complementarla. Estábamos buscando un producto que era muy común en otros países pero en México no era relevante. Así que un día hice una porque no la encontré en el súper y le preparé otra a una amiga que estaba a dieta. La subí a redes, casi como chiste, y empecé a recibir pedidos.
Nació de no poder dormir de la emoción porque sueñas con el potencial que tiene tu idea.
En los sueños como que todo se potencializa; los miedos se hacen más terribles y las ilusiones se idealizan todavía más. A mí me pasaba que me levantaba y me seguía pareciendo una gran idea… así por varios días hasta que nos convencimos de que había que ejecutarla. El sueño era vender productos saludables en el súper lo más pronto posible. Primero, untables. Luego intentaríamos más cosas.
Nació de notar que había quién quería comprarlo, aunque tuviera que ir hasta mi casa a recogerlo.
Amigos y familiares hacían pedidos especiales, con sus indicaciones y yo los preparaba. Luego venían a recogerlo a mi casa. Al poco tiempo, decidimos Caty y yo que esto iba a ser más formal y más práctico que eso. Entonces hicimos nuestro primer lote de 27 frascos y lo pusimos a consignación en Carrots.
Nació de tener muchas ganas de aportar algo positivo en nuestro país.
Nos mueve mucho el hacer las cosas bien. No sólo los alimentos, sino el trato a empleados y clientes, la honestidad y transparencia que esperamos como consumidores.
Me acuerdo que uno de los primeros equipos que compramos era una llenadora y pronto nos dimos cuenta que no cabían los arándanos de la Cacahuatina por las boquillas. Caty tomó el momento y me dijo que quería que esa fuera una de las reglas del juego- “No vamos a cambiar nuestra receta para ajustarnos a lo que la industria acostumbra.” Porque ahorita es quitarle los arándanos, al rato puede ser agregarle grasas y estabilizantes para que no se separe el aceite y al rato pierdes la razón de existir. Heavy. Esta mentalidad nos ha servido como motivación cuando las cosas se atoran, como los arándanos. :P
Nació del apoyo y conocimientos que otros nos compartieron.
Como empezamos a trabajar en M de Maní a los 23 años, no sabíamos nada… o bueno algunos conceptos de ingeniería en alimentos, pero no cómo manejar un negocio. Nos apoyamos mucho en familiares y amigos que nos iban dando sus sugerencias y consejos. También de escuchar a la gente en mercaditos; sus comentarios y reacciones inspiran todo los cambios y mejoras que vamos haciendo.
Uno de los consejos que recibimos muy al principio que me movió el tapete era que no deberíamos de hacer un producto que nosotros queríamos o que nos gustara a nosotros. Me pareció insólito, lo admito. El punto del consejo era que si sólo te empeñas en hacer lo que tú quieres, luego dejas de escuchar a los demás que, a final de cuentas, son tus clientes. Esa es la breve historia de la Cacahuatina crunchy. El primer producto que hicimos fue la crema de cacahuate con trocitos de cacahuate porque yo soy fan. Pero no se vendía y nos pedían la suave siieeempre. Dejamos de hacer el producto que yo quería y empezamos a hacer el que los demás querían. Lección difícil.
Y así seguimos, aprendiendo aceleradamente con otros y a golpes también… Acabamos de concluir un proceso de mentoría súper intenso de cuatro meses. Aprendimos muchísimo de mano de expertos de la industria y gente muy generosa que nos compartió sus mejores consejos.
Si quieres leer tips sobre cómo empezar tu negocio, escribí un blogpost hace tiempo que te puede servir.
¡Gracias por leernos!
- Sofía E.