Que ‘engordan’, que sacan granos, que es mejor sacarles la vuelta.... Y de repente comienza una fobia hacia las grasas, pensando que lo mejor es consumir alimentos ‘light’ y ‘bajos en grasa’, pero, ¿Qué tantos de esos mitos comúnmente escuchados son ciertos y respaldados por evidencia científica? Te vas a impresionar con los cuatro mitos que explicaremos a continuación.
Mito número 1: Todas las grasas son iguales
Realidad: Parecido al mito que dice que 100 calorías son iguales, sean de una manzana o de un chocolate. La diferencia recae en cómo tu cuerpo procesa el alimento, si recibe nutrientes que sanan o químicos que dañan. Al igual, hay diferentes tipos de grasas y cada una tiene su función. Existen dos categorías: Grasas saturadas y no saturadas. Dentro de las no saturadas están las monoinsaturadas y poliinsaturadas, y las poliinsaturadas incluyen las famosísimas Omega 6 y Omega 3. Se habla mucho de lo buenas que son las Omega 3, pero es importante saber que también necesitamos la Omega 6 y principalmente, cuidar la proporción, ya que el cuerpo necesita una proporción de 1:3 de omega 6 a omega 3. Tendemos a consumir mucho más omega 6 sin respetar la proporción, y esto causa inflamación que podría terminar en enfermedades crónicas.
En estos alimentos se pueden encontrar estas grasas ‘esenciales’:
- Omega 6: Almendra, cacahuate, carne roja, aceite de girasol y aceite de maíz.
- Omega 3: Pescado, nuez de castilla, semillas de chía y linaza, huevo.
Otro tipo de grasas insaturadas son las grasas trans y parcialmente hidrogenadas. Son también conocidas como grasas “frankestein” que nuestro cuerpo no reconoce y no sabe procesar, ya que no son insaturadas por naturaleza. Lo que hace la industria alimentaria es a través de un proceso químico, cambia las grasas insaturadas a saturadas para que estén sólidas a temperatura ambiente buscando prolongar el tiempo de caducidad de los productos. Estas se encuentran típicamente en los alimentos procesados, y se recomienda evitarlas, ya que causan problemas cardiovasculares.
Mito número 2: La grasa que comes, se convierte en grasa corporal
Realidad: Suena lógico, dejo de comer grasa, bajo de peso y en específico disminuyo mi grasa corporal. Lo que es una realidad es esto: Nuestro sistema nervioso está compuesto gran parte de lípidos (grasas), el cerebro es 60% grasa y todos los nervios están cubiertos de lípidos. Si no comemos grasa, ¿qué le pasará al sistema nervioso?, ¿Al cerebro? Por otra parte, y como vimos en el mito número uno, hay que saber escoger qué tipo de grasa consumir: Al comer mucha cantidad de grasa trans, evita que el cuerpo aproveche el omega 3 y 6 que consumimos. Estudios demuestran que las personas que no comen suficiente grasa son más propensas a bipolaridad, depresión y problemas hormonales. Esto debido a que el déficit de grasa en la dieta no permite absorber las vitaminas A, D, E y K, que son solubles en grasa. También hay que acordarnos que la grasa de la dieta pasa por infinidad de transformaciones bioquímicas antes de convertirse en grasa corporal.
Mito número 3 : Los alimentos sin grasa no ‘engordan’
Realidad: Caminando por los pasillos del supermercado vemos alimentos empacados que dicen “reducido en grasa”, “bajos en grasa”, o “sin grasa”, e inmediatamente pensamos que son una mejor opción. Frases como estas nos generan un miedo a una de las fuentes más ricas de nutrientes. Al reducir o retirar la grasa de un alimento, el sabor y la textura cambian por naturaleza pero como el consumidor busca un sabor igual o similar al producto original, la industria añade ingredientes con la funcionalidad de darle cuerpo/textura al producto y/o saborizantes. En pocas palabras, sacrificamos calidad en ingredientes para lograr que el producto tenga menos calorías por gramo. ¿Qué tan conscientes estamos de este sacrificio cada vez que compramos productos light?
Los alimentos no engordan, engordamos las personas y lamentablemente no es tan sencillo como lo pintan: “reduce ingesta en calorías y reducirás talla”. Un alimento con grasa seguramente sí será más calórico que un alimento sin, pero aporta más saciedad y fibra, cuando otro alimento ‘light’ podría estar lleno de aditivos y carente de nutrientes que nos dejan con más hambre.
Mito número 4: Las grasas me saca granos o acné
Realidad: A pesar de que se escucha este mito por todos lados, no hay estudios que demuestran la relación directa de grasas buenas y acné. De hecho, el azúcar y los alimentos con un índice glucémico alto que nos suben los niveles de insulina en el cuerpo han demostrado que contribuyen de manera importante a los brotes de acné. En estos casos, las grasas de fuentes naturales (como las nueces, los aguacates, los aceites), ayudan a que los carbohidratos se absorban de una forma controlada y evitar el pico de insulina que causan los alimentos altos en azúcares o carbohidratos. Por esta razón se recomienda que siempre que se consuma un alimento de este tipo, combinarlo con una fuente de grasa saludable.
La industria de alimentos ha pintado la grasa como nuestro villano y el causante de los problemas de salud que vemos por todos lados: Cáncer, obesidad, hipertensión y alto colesterol. Lo que no nos dicen es que la misma industria produce y utiliza grasas trans, las que realmente hacen daño. Toda esta fobia hacia las grasas nos nubla el pensamiento y nos hace olvidar que la forma natural de los alimentos es lo más sano, en comparación con los alimentos procesados ‘Bajos en grasa’ que nos quieren vender. Nosotros somos creyentes de esta ley de la naturaleza, y es por eso que ofrecemos la Cacahuatina, la Almendrina, y la Anacardina como único ingrediente en nuestros untables.
Te invitamos a darle otra oportunidad a las grasas. Por supuesto NO a las trans. Escogiendo bien, podemos obtener todos los beneficios que las grasas naturales aportan.
¿Cuál de estos mitos te dejó más sorprendido? Y, ¿Qué otros mitos absurdos has escuchado sobre las grasas? Gracias por leernos y felicidades por querer aprender más sobre la alimentación y tu salud, te leemos.