Tu cuerpo te está hablando, pero ¿lo estás escuchando?
Estamos rodeados constantemente de información sobre alimentos. Con una simple búsqueda en Google “alimentos que no debemos consumir” encontramos:
queso, huevo, palomitas, alimentos congelados, café...
Y hasta encontramos grupos enteros de alimentos que no deberíamos consumir -desde carbohidratos hasta grasas- como métodos de pérdida de peso.
El problema es que si buscamos razones por las que sí deberíamos consumir estos alimentos, también aparece información válida. Esto nos causa conflicto y no nos proporciona la información que queremos sobre cómo alimentarnos de la mejor manera. La voz que viene de nuestro cuerpo se calla y perdemos el contacto con nuestro cuerpo.
El chiste es buscar la manera de recuperar esa comunicación. Los tres puntos clave son:
Pon atención a tus emociones.
Una buena manera de hacer esto es tener un diario donde registras lo que has comido y cómo te sientes. Es importante notar la diferencia entre cuando comes emociones y cuando comes porque realmente tienes hambre. ¿Comes cuando te sientes triste, aburrido, enojado? ¿Qúe comes? ¿Pastel, chocolate, papas? ¿A qué hora? ¿En la noche? ¿Después de la comida? Cuando notas tus patrones es más fácil identificar que estás comiendo emociones y reemplazarlo con una acción más sana. Es decir, si te sientes solo en la noche llegando del trabajo y comes mucho pastel, quizá una mejor manera de enfrentar la soledad sería hablarle a un amigo o amiga. Si te das cuenta de que no hay nada que puedes hacer para lidiar con el problema, solamente reconocer que está ahí y dejar ir el control que sientes sobre eso también podría ayudarte.
Es importante que prestes atención a tus reacciones fisiológicas después de comer ciertos alimentos. No todas las grasas son malas para todos ni todas las personas son intolerantes al gluten, pero si llevas un control de cómo te sientes después de comer puedes ver qué alimentos te afectan de manera positiva o negativa. Sencillamente, si un alimento te hace sentir energizado, consúmelo a diario; si te hace sentir mal, consúmelo de manera menos frecuente o elimínalo de tu dieta.
Come cuando tienes hambre
Si sabes que puedes comer en unas horas, no hay razón para atascarte. Si estás en una dieta restrictiva, o una dieta que trata de eliminar alimentos o en la que pasas cuatro horas sin comer, puedes sentir el ansia de “tengo que comerme todo lo que hay en el plato”, en lugar de “voy a comer hasta sentirme satisfecha”. Mejor, intenta concientizar la cantidad que comes y el momento que la comes.
Sólo enfócate en comer
Cuando te toca comer, haz solo eso: comer. No pienses en los problemas del día, no comas de pie ni con prisa. Come sentada, con tiempo, y tratar de identificar los ingredientes que hay en tu plato y disfrutar lo que los alimentos proveen: colores, texturas, sabores, olores y más. Podrías argumentar que no tienes tiempo, a lo que tengo una sola palabra: prioridades. Si no tienes bien definido qué te importa más, tu salud se puede quedar al final de tu lista, y así tendrás las excusas necesarias para evitar el éxito.
Si sientes que no tienes la comunicación que deberías con tu cuerpo, date la oportunidad, con paciencia lo puedes lograr.
Con cariño,
Melanie Rangel
@mrs.nutrition
Me gusto y es muy sierto lo que comentas. Tratare de seguir tus consejos.
Y si tienes mas tipos me los mandas.
Gracias.
Saludame a tu mamá.